Hélices

miércoles, 20 de julio de 2011

Pecados capitales 1: Lujuria.


La habitación se encontraba iluminada con una luz tenue proveniente de una hilera de pequeñas velas rojas situadas en los rincones del cuarto, a través del ventanal se podía observar la noche, alumbrada por las estrellas y la luna, la cual se encontraba en cuarto menguante y cuyos rayos de luz se reflejaban en el cuarto.

El incienso se hallaba encendido en la mesilla de noche situada en el lado izquierdo, provocando que la habitación oliese a vainilla, la botella de vodka estaba ya prácticamente vacía y en las sabanas de la cama se podían ver manchas provocadas por la bebida. Emma y Tom llevaban brindando unos veinte minutos y el alcohol empezaba a realizar sus efectos.

-Por el perro del señor Robin- dijo Tom entre risas al quedarse sin argumentos por los que brindar.

-Venga ya, sabes perfectamente que siempre odié a ese perro- Emma puso los ojos en blancos y finalmente accedió, el choque entre los vasos se produjo y seguidamente ambos se acabaron el licor de un trago.

Tom miró la botella y comprobó que solo quedaba bebida para un brindis más - ¿El último?- sin esperar respuesta rellenó los vasos y miró a Emma a los ojos.

-Por nosotros- susurró ella tímidamente sin apartar la mirada, bebieron de nuevo y el sonido de los vasos al ser depositados en la mesa inició un largo silencio.

-Esto está mal- dijo Tom, se notaba tensión en el ambiente, se moría de ganas por lanzarse a su boca pero sabía que no debía hacerlo pues tendría consecuencias y no precisamente agradables.

-¿De qué me hablas?- contestó Emma haciéndose la tonta, se acercó más al rostro de Tom dejando un estrecho hueco entre sus rostros, claro que sabía que lo que estaba a punto de suceder no era lo más correcto, que ambos tenían su vida, su familia, pero también sabía que acabaría pasando, hacía mucho tiempo que no se dejaba llevar por lo que sentía, hacía mucho tiempo que no reía, hacía mucho tiempo que no disfrutaba. –Nadie tiene porque enterarse, quedará entre nosotros- se lanzó a los labios de Tom y ambos se fundieron en un apasionado beso.

Sus pulsos comenzaron a acelerarse y el calor inundó la habitación, en cuestión de segundos se encontraban desnudos y poco después comenzaron vivir, a tener lujuria, pasión y libertad.

Cuando todo terminó se quedaron abrazados, sin decir nada, sabían que no habían actuado bien pero ya era tarde para lamentaciones, se dormirían y al día siguiente sería como si no hubiera pasado nada, como si todo hubiera sido un sueño, un sueño con olor a vainilla.


Charlie

martes, 5 de julio de 2011

Tú.


Sinceramente, no se que es exactamente lo que siento por ti. Hablar de sentimientos es algo demasiado relativo y complicado. Podría decir que te quiero, pero, ¿Qué es querer?, podría incluso decir que te odio, pero, ¿Qué es odiar? No obstante, no hay duda de que me importas.

Sin quererlo condicionas cada uno de mis actos, te has convertido en una parte de mí, permaneces en mi mente cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo.

Haces que aparezca ese cosquilleo agradable en mi tripa cada vez que te veo y me provocas una risa nerviosa cuando miro tus ojos, cuando toco tu pelo, cuando siento tu aliento, cuando rozo tu boca.

Black Dos
 
"Entrada escrita hace bastante tiempo que he encontrado hoy en uno de mis cuadernos de notas"