Hélices

miércoles, 16 de enero de 2013

Copos de nieve, bufandas y guantes.


Miro fijamente al suelo y empiezo a perder las fuerzas, mi vista se nubla y las baldosas parecen cada vez más desenfocadas, estoy sentado en el sillón colocado estratégicamente delante de la chimenea y aunque mis mejillas casi desprenden fuego sigo teniendo frío.  Me esfuerzo por mantenerme despierto pero el sueño insiste con ganas, al final cedo, cierro los ojos y espero. 

Todo está nevado y un viento frío golpea con fuerza mi cara, estoy solo en mitad de un inmenso bosque, debería asustarme pero sé que estoy soñando, decido avanzar tan deprisa como la espesa nieve me permite pero pronto me canso y me dejo caer. Tirito y contemplo mis pisadas dibujadas en la nieve, se oyen tambores acercándose que establecen conversaciones armónicas con los arboles y creo verte a lo lejos encapuchada con una túnica azul, sonríes y desapareces. Y desaparezco, me hago invisible y avanzo veloz atravesando un centenar de abetos, supongo que te estoy buscando pero si es así no te encuentro y cuando me doy cuenta no me encuentro ni a mí mismo. De pronto los arboles arden y todo se llena de llamas, humo y cenizas. Despierto y tal vez aún soñando veo la silueta de unos ojos entre el calor de la hoguera.

Charlie.